Yo no sabía como olía la sangre. Esa noche, supe: huele a metal. Quien cree que puede predecir el olor de libros de sangre de antemano se equivoca; ni la menstruación, por más abundante que sea, ni una herida, por más profunda que sea, huelen como olía la sangre de Ana.
Catedrales de Claudia Piñeiro Ed. Alfaguara