La primera novela que aborda los viajes en el tiempo es una de las más emblemáticas de H.G. Wells, un autor que nunca rehuyó en sus fábulas el debate social y político. Carlos Giménez pone al día justamente esta lectura, adaptando y reinterpretando el clásico en La máquina del tiempo.
A finales del siglo XIX, un científico pretende haber descubierto las claves de la cuarta dimensión, con un vehículo que puede desplazarse en el tiempo. Uno de sus amigos, al principio incrédulo, da fe de los descubrimientos realizados. En un futuro muy lejano, la humanidad se ha organizado en una sociedad utópica, dividida en dos especies interdependientes: los angelicales Elois y los despreciables Morlocks.
Los primeros viven en la superficie y parecen haber logrado un alto estadio civilizatorio, una suerte de regreso a la inocencia primigenia. Los segundos viven en el subsuelo y desempeñan las labores más meniales. Lentamente, sin embargo, el viajero del tiempo descubrirá que tal organización social no es tan sencilla como parece.