El dos de mayo de 1808 es una de las grandes fechas de la historia de España. Señala el triunfo de la voluntad popular sobre las pretensiones dominadoras de un invasor todopoderoso. El levantamiento de Madrid es la reacción espontánea de cuantos no supieron del poder más que en su versión coactiva frente a la jactancia de Napoleón: David contra Goliat.
Junto al coraje del pueblo queda un espacio para la formulación teórica de esta pretensión de libertad y supervivencia: la
Constitución de 1812. Intelectuales que en su momento permanecieron expectantes ante la promesa revolucionaria se convierten ahora en impulsores de una nación de ciudadanos, la mejor garantía del progreso.
La historia a la que el lector va a asomarse en estos Relatos después de la batalla, una historia novelada y novelesca, vivida en
primera persona por Jovellanos, Capmany y Alcalá Galiano, recordada por Mesonero Romanos, vislumbrada en el exilio de su padre afrancesado por Larra, nos habla de esta época de vísperas y espejismos, y nos recuerda que la libertad es preciosa como el agua y, como ella, si no la guardamos, se derrama, se nos escapa, se disipa.