Gioacchino Lanza Tomasi, primo lejano de Lampedusa, tuvo la enorme fortuna de ser uno de los asistentes al reducido taller de lectura que impartio´ el escritor en la de´cada de 1 9 5 0 a algunos jo´venes prometedores de su entorno. Con el tiempo, el pri´ncipe pidio´ a Lanza, de madre espan~ola—y al que acabari´a adoptando—, que lo ayudara a leer en la lengua de Cervantes los cla´sicos de la literatura hispa´nica. Estas pa´ginas, dictadas por Lanza poco antes de morir, albergan no so´lo un valiosi´simo retrato de la vida que el maestro siciliano llevo´ en Palermo, sino tambie´n el privilegiado relato de formacio´n de un muchacho que fue testigo de una aventura fascinante: el acercamiento de Lampedusa a la lengua y la literatura espan~olas.