La obra se presenta como un ensayo literario híbrido que escapa de las categorías tradicionales. Su valor reside en su capacidad de entrelazar formas -del pensamiento crítico a la observación narrativa, del apunte breve al fragmento evocador o filosófico-, dando lugar a un texto fluido, polifónico y abierto a múltiples lecturas. El título, La empresa como excusa, ya plantea una declaración de intenciones: lo empresarial no es el fin (que también), sino el marco desde el cual observar cuestiones mucho más universales y humanas.
La obra explora tensiones como la identidad, el deseo, la mentira, el poder, el tiempo, la productividad, la memoria o la ambición, desde una perspectiva que no simplifica, sino que invita a pensar desde lo ambiguo, lo contradictorio, lo no resuelto. Esta aproximación evita tanto la rigidez académica como la banalización superficial de estos temas, ofreciendo en su lugar una mirada crítica, irónica y al mismo tiempo cercana.
La elección de una estructura fragmentaria, que alterna artículos, reflexiones, aforismos, relatos y observación, también es coherente con la intención del autor: provocar una lectura no lineal, que sugiera más que imponga, y que convoque al lector como parte activa del proceso de interpretación.